En el seminario 11, Lacan trabaja, siguiendo una
pregunta de Jacques-Alain Miller, lo óntico en la función del inconsciente, y
lo equipara a una ranura, por donde se abre un instante para luego evanecerse.
Recordemos un Lacan cuyo Deseo lo llevó a lo que él llamó excomunión,
remitiendo a Spinoza. Y dice algo que conviene recordar, respecto de lo que hoy
se debate en torno a los desafíos de lo virtual o lo tecnológico: “Contexto
candente, como ya saben. Por razones que habremos de analizar, nuestros hábitos
técnicos se han vuelto tan quisquillosos en lo tocante a las funciones del
tiempo que, por haber yo querido introducir aquí distinciones hasta tal punto
esenciales que las vemos delinearse en todas las demás disciplinas salvo la
nuestra, parecía que hubiera debido enfrascarme en una discusión con cariz de
alegato”.
Varias cuestiones podemos extraer de esta cita. En
primer lugar no hago acá una defensa de Lacan, ni mucho menos me autorizo con
esta cita para hablar de un trabajo que hago hace tiempo, en función de las
particularidades de la ciudad en la que vivo, experiencia tanto de Analista
como de Analizante. Evidentemente muchos tuvieron que salir a dar “alegatos”
como lo nombra Lacan, sobre una práctica que se impone, tanto como en su época,
“a las demás disciplinas”. ¿No funcionan de esta manera una infinidad de
prácticas cuya extracción de valor no tiene un fundamento en alguna realidad?
No es menos Chistosa, en el sentido que tiene el
chiste para el Psicoanálisis, retomar esa frase “nuestros hábitos técnicos se
han vuelto tan quisquillosos” para abrir una puerta en la realidad ya abierta
hace un tiempo en las experiencias de los analistas. Tiempos cuyas pérdidas
sólo dan razón suficiente de un Inconsciente que se escabulle a cada rato.
Por eso también, para retomar el valor del chiste,
cuyo efecto de humor tuvo que venir de un dibujante como Tute, para mostrarnos
que no es en las galas de la imagen que se sostiene un discurso. No porque
muchos se rían de las infinitas posiciones caricaturescas en las que caemos los
analistas, ha dejado de existir el Psicoanálisis. Hasta me animaría a decir que
lo vivifica.
Y ya que estamos, pero sin sacar el peso que cae sobre
los analistas de dar un lugar no a lo nuevo, porque el inconsciente ya tiene su
recorrido, sino al uso de algún elemento que permita conducir un análisis de
acuerdo a las condiciones en las que nos vimos reducidos, me gustaría traer al
poeta, que junto a su música, es una tortuga para nuestro Aquiles.
Me refiero a Jorge Drexler, quién en su hiperbólica
escritura nos dice:
Que viva la telefonía
En todas sus variantes
En todas sus variantes
Pensando estaba que te me escabullías
Cuando vi tu nombre en la llamada entrante
Bendita cada onda cada cable
Bendita radiación de las antenas
Mientras sea tu voz la que me hable
Como me hablaste hace un minuto apenas
Te quiero, te querré, te quise siempre
Desde antes de saber que te quería
Te dejo este mensaje simplemente
Para repetirte algo que yo sé que vos sabías
Perdonen que insista en elogiar las
telecomunicaciones
Aunque todos creen que han inventado algo
Y siguen siendo las mismas las canciones
Benditos los rollos de papiro
Benditas servilletas en los bares
Que han guardado idénticos suspiros
Desde el cantar de los cantares.
Entonces,
lo que nos queda, es o leer el mensaje, o suponer que la técnica se confunde
con la política. ¿Acaso hay un psicoanálisis más puro que leer aquellos
mecanismos a dónde conduce el malentendido? Y si el psicoanálisis cojea, es
porque estará seguramente en ese paradójico resguardo de la causa.
Que se entienda bien, variantes por el Psicoanálisis, poniendo el acento en el "por", en una Causa que no deja de ser la Freudiana.
Bibliografía:
Lacan,
Jacques : El seminario, libro 11; Paidós, Buenos Aires, 2001.
Drexler,
J. (2017) Telefonía.
JORGE LUIS RIVADENEIRA
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