sábado, 21 de marzo de 2020

COVID-19 Y LAS DEFENSAS SUBJETIVAS



Al inicio de un célebre texto del psicoanálisis denominado "La represión" (1915), el creador del psicoanálisis plantea que ante un peligro de naturaleza interior no nos cabe la posibilidad de la fuga o huida como sucedería con un peligro exterior. Entonces ante esa situación de peligro, al sujeto la única posibilidad de defenderse es recurrir al mecanismo defensivo de la represión. La represión es el mecanismo que los neuróticos utilizamos ante este peligro que Freud denomina una moción pulsional que proviene de nuestro "interior"
Nuestro contexto actual nos lleva a recluirnos para salvaguardarnos de un peligro exterior pero que es invisible, un virus que puede estar en el ambiente y que nos puede contagiar un otro, un semejante. Entonces parecería que si nos quedamos en casa, cumplimos con las medidas de protección sugeridas estamos bajo resguardo. Lo cierto es que ante esta situación el sujeto se enfrenta a su peligro interior y es lo que los psicoanalistas llamamos nuestro fantasma. El miedo exterior se trasmuta en la interioridad de nuestro hogar, el sujeto recluido y consumiendo información de lo que pasa "afuera" a través de las pantallas, comienza a experimentar sensaciones, el miedo exterior mudo en interior.
Pero la reclusión en el hogar conlleva un mayor riesgo ya que el sujeto se enfrenta consigo mismo y ese es el mayor peligro. Ese otro de afuera que él teme y del cual se resguarda se presenta bajo aquél semejante que en la mayoría de las veces es su pareja conviviente, aquél otro con el cual le toca compartir la cuarentena. La lección que el psicoanálisis enseña en estos casos es que yo soy el otro, es decir, aquél semejante con quién me peleó, con quién me enojo, a quien le atribuyo las causas de mis males (entre otras el mal humor) son en verdad producto de mi subjetividad/psiquismo. Es decir que yo soy el mal y no el otro.
Lo que aquí quiero decir es que vivir este particular momento es intentar transitarlo con serenidad y solidaridad hacía ese otro, entendiendo -como se dijo una vez-, que la patria es el otro y por lo tanto yo soy el otro.
Estas breves reflexiones surgen tras las horas de ocio actual en el cual me encuentro, ni el cine, la música o la literatura pueden lograr la distracción suficiente para calmar la angustia de lo que sucede, de hecho me cuesta mucho concentrarme y fue una tonta ilusión creer que podía “aprovechar” estos días para terminar de escribir un libro y otros pendientes que siempre existen. De ahí que observando este gran depósito de quejas e histeria que son hoy las redes sociales (Facebook, Twitter, instagram y más que nada los grupos de guasap) se puede ver distintas posiciones subjetivas de las personas en este momento, y que se expresan con más claridad que nunca antes. Desde aquellos que nos enteramos que niegan lo que está pasando y aprovechan para seguir como si nada pasara  (aquellos q se van a de viaje hasta aquellos que salen a hacer ejercicios), como aquellos otros que desde la comodidad de su casa putean e insultan a los mismos negros de siempre (¿de mierda?) que son salvajes y que no respetan la cuarentena porque se amontonan en las colas de un súper.
Ahora bien, ¿a qué responde está actitud? ¿Podemos culpar a las personas que se imaginan la cuarentena como un reclutamiento apocalíptico en el cual el mundo se tornará como Walking Dead? Se podría decir desde alguna disciplina social que fuimos subjetivados por el cine para flashear todo está porquería, el éxito de este tipo de series y películas lo demuestra.


Sin embargo acerca de la pantalla el psicoanálisis lacaniano aquí tiene otra cosa para aportar. Lo que denominamos el fantasma, es ese marco que se recorta sobre un real y a través del cual el sujeto mira la realidad. Es decir el fantasma es la ventana con la cual miramos el mundo y al otro y, para que esa ventana se construya, fue necesario que se haya extraído un objeto particular que los psicoanalistas llamamos objeto a –que habitualmente se presentan como mirada y voz. Sin esos objetos extraídos, la realidad se presenta sin marcos y la misma se torna real, es decir sin velos.
Actualmente asistimos a una época que todo lo queremos ver y oír. Nuestro autoerotismo y compulsión con los dispositivos electrónicos hace que consumamos todo de "afuera". Creando la ilusión que tenemos un acceso directo a las cosas. El punto es que creamos una “realidad” a partir de lo que cientos comparten y transmiten en los grupos, en redes, etc. Y esa “realidad” que vamos creando y compartiendo se teje sobre un temor de fondo. Tenemos miedo de eso que estamos “viendo.”
Y otra cosa que nos enseña el psicoanálisis es que los sujetos compartimos los mismos temores: como miedo a la muerte que se puede presentar de distintos modos. Lo que sí encontramos son diversos modos de responder ante situaciones críticas como la que estamos atravesando, es decir para tomar lo inicial, distintas maneras de defendernos ante lo que nos causa temor.
Puede haber como respuestas la denegación (sujetos que saben pero se comportan como ‘a mí no me va a pasar’) o puede haber respuestas de rechazo que muchas veces pareciera que roza con el cinismo cómo aquél sujeto que se subió a un crucero ya con síntomas en donde habían 500 personas y recién arriba, cuando el desastre está consumado, aviso de su situación.
Y algo de todo ese caldo de posiciones y respuestas defensivas se pueden leer en las manifestaciones de la gente, ninguna muy simpática, todas bastantes ruines: desde el progre e intelectual con su posición cínica y que putea tras la comodidad de su hogar, hasta el cheto tilingo {Tincho} apareciendo el mecanismo de la denegación 'a mí no me va a pasar', como dijimos recién.
¿Qué nos queda? Respetar esta consigna global de quedarnos recluidos en nuestro hogar, ser solidario con el otro que es una forma de ser solidario conmigo mismo. Pensar que hay gente que no tiene amigxs o familiares cerca a quien recurrir, algunxs que están sólxs o incluso con un hijx menor a quien cuidar. Es momento que el cinismo reinante de muchos sectores se aparte. Podemos recurrir al humor, sí por supuesto, siempre es un buen antídoto ante situaciones como esta. Pero es importante recordar que nosotros también construimos esa realidad que circula por las redes con la información que decidimos compartir en nuestros grupos de wsp. Y ya para ir terminando porque se hizo extenso también es preciso recordar que así como dije que yo soy el otro, también en muchas situaciones yo soy Otro para el otro. Es decir, yo soy una figura de autoridad (y alteridad en algunos casos) para otrxs, soy referente o simplemente soy el padre de un menor. También por eso muchas veces vale no perder la cabeza.

Gabriel G. Artaza Saade
21-03-2020



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