La escritura es
la forma en que se procesa el saber
ALBERTO GIORDANO
Docente Universitario,
enseña teoría literaria. Investigador del Conicet. Crítico literario con
versión ensayística, uno de los autores de referencia en su trabajo es Roland
Barthes. Su relación con el psicoanálisis también la sitúa como similar al del
autor francés: simpatía teórica en relación al psicoanálisis que le permite
animarse a usar algunas reflexiones teóricas, un uso sin protocolo al decir de
Adorno. Alberto se analizó durante muchos años con distintos analistas y
atravesó una experiencia que puede llamar, luego de haberlo hablado muchas
veces con su último analista, como de fin de análisis. El resultado de esto fue
un libro publicado que surgió a partir de sus posteos en Facebook en el cual
recoge algunos efectos de ese fin de análisis.
Como un “usuario” del psicoanálisis te animas a
contarnos ¿Qué te posibilitó el psicoanálisis en el transcurso de tu vida?
(Suspiro)
No es una pregunta fácil de responder. Sobre todo porque creo que los efectos
que tiene participar de una experiencia psicoanalítica, para el paciente, los
efectos que tiene sobre su vida afectiva, muchas veces son indirectos, …
retrasados en el sentido de que ocurren en un tiempo muy posterior al de la
experiencia propiamente dicha, indirectos, conjeturales. No todos, por supuesto
que hay veces que los efectos son más o menos inmediatos y reconocibles. Pero
bueno, lo que quiero decir que lo que me habría posibilitado es múltiple y
tiene distintas características.
Como idea general lo que
se me ocurre es que lo que me ha posibilitado el psicoanálisis es sobrellevar
la vida, volverla más activa… dentro de lo posible, ¿no? conforme a las
inclinaciones íntimas mías, … más “creativas”…,
es un término complicado creativas, pero bueno en el sentido de abrir
posibilidades que no estaban definidas previamente, no solo desarrollar
potencialidades, sino abrir como nuevas posibilidades, ¿no? discretamente
nuevas, no transformaciones extraordinarias, pero sí posibilidades que no
estaban contempladas previamente antes de que se aparezcan y uno sabe que… o
tiene la impresión de que ese aparecer de las nuevas posibilidades, está
relacionado con lo que estuvo haciendo en análisis, ¿no?
Después bueno, en época
de grandes crisis o de enfermedad…En realidad en los transes de depresión, que
tuve varios en mi vida creo que ahí la acción del psicoanálisis fue más
indirecta y no tan determinante, … quiero decir… fue más en los momentos de
salida de la depresión en donde ahí sí el encuentro con la experiencia del
análisis resultó muy productivo, muy eficaz. Pero bueno, obviamente cuando
decía en momentos de crisis pensaba más en transes de angustia…, uno es como
que roza o toca cuestiones que no sabe bien cuáles son pero que advierte que
son decisivas, ahí la conversación psicoanalítica, la conversación con el
psicoanalista, en esa forma rara de conversación, tuvo un efecto importante
para esto que decía al principio: abrir la posibilidad de perspectivas
diferentes para pensar lo de siempre, para pensar lo mismo de siempre, pero con
un ligero corrimiento.
Después otro efecto que
se me ocurre y que es muy importante, es que me ayudó el psicoanálisis a
desprenderme de ideales que la exigencia de cumplirlos me complicaba mucho la
vida. Entonces relativizar el valor de esos ideales o directamente desprenderme
de ellos que fue algo siempre muy costoso, fue algo a lo que evidentemente me
resistía mucho pero ahí sí diría gracias al análisis logre cierto
desprendimiento, ciertas relativizaciones, que me aliviaron mucho el hecho de
vivir. Desprenderme de esa carga de exigencias.
¿Consideras que esta experiencia por el análisis
te sirvió para volverte un “escritor más serio”?
Es una pregunta que
también es difícil de responder. Ahí habría que distinguir el psicoanálisis en
el sentido de, esto que llamaba la conversación psicoanalítica, el tipo de
experiencia de conversación que uno tiene con un analista. Los efectos que eso
haya tenido sobre mi escritura realmente son muy indirectos, ni siquiera sé si
los podría identificar. Pero seguramente lo tienen que haber tenido. Quiero
decir, esos efectos yo los localizo en mi vida en general, cuando antes hablaba
del aligerarme de la carga que implican ciertos ideales, eso por supuesto
compromete la relación con la escritura, muchísimo. Pero bueno, no dejan de ser
efectos indirectos.
El paso por el fin del
análisis vino acompañado de una ligereza, de una alegría, de un entusiasmo que
por supuesto impactó con la escritura, con la práctica del ensayo y con la
crítica. Pero después están las lecturas de textos psicoanalíticos o
reflexiones que vienen del campo del psicoanálisis sobre el ensayo, sobre la
escritura, el impacto mismo del psicoanálisis en ciertos teóricos de la
literatura, el diálogo entre teóricos filósofos con el psicoanálisis. Todo ese
campo creo que tuvo un efecto más directo sobre mi modo de pensar la escritura,
critica, de pensar la relación con los conceptos. Tomar una conciencia crítica
más aguda de lo que significa el lenguaje en términos de lo que hace posible y
lo que imposibilita, lo que da de más y lo que quita. Hay una definición de
Barthes en donde él dice que el escritor no hay que pensarlo, no sólo hay que
pensarlo diría yo, como una función cultural prestigiosa sino que sobre todo es
un operador del lenguaje que tiene una relación problemática con el lenguaje,
¿no? Barthes dice el escritor no es el que experimenta la belleza o la
instrumentalidad del lenguaje sino el que experimenta su profundidad. Yo diría
el que experimenta sus ambigüedades, el que experimenta sus insuficiencias y
sus sobreabundancias. En ese sentido creo que las lecturas psicoanalíticas
contribuyeron mucho a mi formación como escritor, ¿no? En este sentido de tener
una cierta conciencia de lo que implica jugar con el lenguaje, jugar al
pensamiento crítico, jugar al ensayo o jugar con el diario en Facebook. Para mí
el psicoanálisis es una teoría de varias cosas, una teoría conjetural, una
teoría indirecta. También lo es de la escritura en este sentido de un uso
afectivo o intensivo del lenguaje.
Hay una fantasía de muchos artistas, en el sentido
de que analizarse, podría esterilizarlos artísticamente. ¿Qué opinión te
merece?
No sé muy bien cuánto de
esa superstición sigue funcionando. Me consta que en algunos escritores
grandes, como con Edgardo Cozarinsky con quien alguna vez charle de esto, eso
todavía está presente. En las generaciones posteriores, yo creo que de la mía
–yo tengo 60 años- de la mía hacia abajo se me ocurre que esta superstición de
que analizarse podría limitar las potencialidades estéticas o achicarlas o
esterilizarlas se me ocurre que no debe tener una vigencia tan importante.
No puedo dejar de
pensarla como una superstición. Digo superstición en el sentido en el que habla
de las supersticiones Deleuze cuando dice que son creencias no necesariamente
falsas sino creencias que limitan la capacidad de actuar de algo. En este caso
de una subjetividad con deseos de escritura.
Creo que con el
psicoanálisis, como con cualquier cosa, en términos de práctica estética o
práctica de escritura, se trata de los modos en que uno lo usa y en los modos
en que uno se relacione con eso y puede en algún caso inhibir como hay muchos
casos en los que puede potenciar posibilidades. A mí nunca se me presentó como
un problema, lo que pasa que mi escritura al estar ligada al ensayo estuvo
pensada siempre como búsqueda de saber, no en el sentido que la escritura sería
un medio de comunicar saber sino en el sentido en que la escritura es la forma
en que se procesa el saber. Y bueno esa es una idea que simpatiza mucho con
creencias psicoanalíticas entonces se lleva muy bien con el psicoanálisis. Me
ha estimulado el psicoanálisis en este sentido: mi búsqueda, por ejemplo, de lo
íntimo en las escrituras autobiográficas…, de hecho mi estrategia de lectura
crítica, si hubiese una pero generalizando y simplificando, mi estrategia de
lectura crítica de textos autobiográficos –que he trabajo mucho sobre eso-,
responde a una especie de inspiración psicoanalítica, un poco deconstructivista
en el sentido derridiano. Digo, el leer en los procesos de autofiguración, es
decir, en los procesos de autoconstrucción de imágenes que realizan los
escritores, cuando escriben sobre sí mismos, leer ciertos intervalos, leer
desvíos, suspensiones, donde aparece que hay otra cosa en juego, que no
necesariamente se sabe qué es –y a veces no interesa saber qué es, a veces sí-,
pero esa incidencia de otra cosa le da a la escritura una intensidad mayor y
diferente a la de mera autorepresentación del escritor a través de la
escritura. Haciendo ese trabajo me he sentido muchas veces una especie no de
psicoanalista, porque por supuesto no están las coordenadas del trabajo
psicoanalítico, pero sí esta idea de una escucha de aquello que aparece donde
no se espera que aparezca y eso que aparece inesperadamente donde no se
esperaba que aparezca viene investido de interés importante. Esa es una
metodología de lectura crítica que para mí, entre otras fuentes, tiene al
psicoanálisis como referencia.
Entrevista realizada por Gabriel Artaza Saade
Psicoanalista
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