martes, 26 de noviembre de 2019

El diagnóstico en Psicoanálisis




¿Qué lugar tiene el diagnóstico en Psicoanálisis?


En principio, es preciso decir lo que el Psicoanálisis no hace, es decir, lejos está el Psicoanálisis, por ejemplo, del furor clasificatorio del que se sirven las neurociencias para encuadrar rápidamente a quien reciben en consulta en cierto tipo clínico o nomenclatura afín a los manuales de diagnóstico. 
A veces, esto mismo ocurre en practicantes del Psicoanálisis, que rápidamente tienden a morigerar la angustia frente a ese sujeto que habla de su padecer, ubicándolo precipitadamente quizás dentro de alguna estructura que oriente la dirección de la cura o permita realizar hipótesis clínicas.
Pero si algo caracteriza al Psicoanálisis es su aptitud para la espera. Una espera que de ningún modo es pasiva. A veces esperar angustia, inquieta. En Psicoanálisis esa espera se llama acto analítico, porque anticipa allí un sujeto de discurso.
 El uso de un diagnóstico estructural, que en Lacan cobra otro estatuto hacia el final de su obra, planteando una clínica de tipo continuista, donde la neurosis es un modo más de suplencia y donde se pluralizan los Nombres del padre, abona a pensar las coordenadas clínicas para ese sujeto. Coordenadas que, como tales, pueden ser múltiples, tantas cuantos sujetos recibimos y ofrecemos la escucha. 
Esto hace del Psicoanálisis una práctica sin estándares - de allí la pertinencia del acto analítico - pero no sin principios. 
De allí que plantearse el retorno a Freud, supone recuperar cierto espíritu de originalidad del descubrimiento freudiano, porque de eso se trata la aventura de cada análisis, de deconstruir los parámetros clasificatorios y esquemáticos, para escuchar allí la particularidad del sujeto.
Entonces, ¿Cómo diagnosticamos en psicoanálisis y qué importancia tiene para el desarrollo del tratamiento? Por un lado, si reunimos características o rasgos diversos de un paciente y concluimos que es un neurótico obsesivo, una histeria o
una psicosis, lo que terminamos haciendo es reproducir el sistema de clasificación de los manuales de psiquiatría tales como el DSM o CIE. Esto no es un simple decir ya que muchas veces en presentaciones clínicas lo que se escucha son diagnósticos bajo estos parámetros. Tampoco es más elaborado concluir que el deseo tiene modalidad de imposible o modalidad de insatisfacción ya que el deseo en sí mismo es insatisfactorio, como así también creer que se presenta bajo la modalidad de lo imposible puede ser una lectura desde el espejismo del fantasma del analista.  
Entonces, ¿qué es lo que importa recuperar de la clínica freudiana?
Interesa recuperar el nervio de la clínica freudiana en torno al diagnóstico y tratamiento, nos referimos por un lado al llamado método de asociación libre y, al desarrollo de la transferencia como puesta en acto del inconsciente. 
La invitación a la asociación libre es una apuesta por restituir lo propio de los significantes del sujeto, que son los significantes del Otro aunque no lo sepa.
No sabe que sabe acerca de Eso que lo determina.
Es un rescate de la singularidad del sufrimiento de cada cual, poniendo al sujeto a sabiendas de su causa.
En ese punto, el Psicoanálisis rescata al sujeto de “lo peor”, a saber, de aquello imparable que no tiene nombre y que lo entrega a la deriva absoluta.
Lo que toca de Real convierte a dicha experiencia en intransmisible. Hay un resto que no pasa al saber, al lenguaje, pero es precisamente por ello que produce efectos.
Es de esos restos - en el lugar de la causa de un sujeto – de los que se ocupa el Psicoanálisis. Sedimentos de lenguaje que no son pasibles de ninguna reducción clasificatoria. Un resto puede ser una palabra o dos, puede ser un nombre o un significante solo, aislado del sentido, puede ser una mirada o una sensación ante una voz, las posibilidades son infinitas, porque atañen a la particularidad de un sujeto.
De alguna manera esto que decimos y que se presenta en la formación de todo analista bajo de lo que se denomina la última y ultimísima enseñanza de
Lacan, ya estaba presente en Freud cuando nombra a sus pacientes bajo la singularidad de un trazo particular en su forma de gozar: “el hombre de las ratas”, “el hombre de los lobos”, son algunos ejemplos.
Para llegar a ese fin hay un largo recorrido por realizar así que el punto de partida inicial para el analista practicante es preguntarse cómo asocia su paciente: ¿Asocia? ¿De qué manera asocia? Antes de pensarlo en “los nudos” a su paciente, las preguntas anteriores son imprescindibles si queremos situarnos en la experiencia analítica.


Gabriel Artaza Saade
María Paula Giordanengo

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