Para
comenzar, intentaré definir qué se entiende por "acto
analítico" para ponerlo luego en relación al trabajo en la clínica con niños.
El Acto
analítico se ubica en una ética y no en una moral del analista, allí donde se pone en juego
el deseo de analizar, pues hace trabajar al analista siendo un acto que
paradojalmente implica una abstinencia. Se podría afirmar que para que alguien
devenga en posición de analista debe
estar en lugar de objeto o al menos hacer semblante de ello. Por tanto es un
acto que implica un objeto como agente. Es el único cuya acción radica muchas
veces en un no hacer aunque también pueda aludir a una acción de corte, dice Lacan
que todo analista es aquel que sabe cortar y la eficacia del analista estará en
el buen corte.
Así obtenemos la serie: deseo de analizar, ser agente objeto, hacer semblante de objeto, no hacer, hacer un
corte.
El acto
analítico implica además, una presencia, requiere de poder estar disponible
para ser tomado desde donde se lo llame y ello dará lugar a la instalación de la
transferencia.
Ahora
bien, qué sucede con el acto analítico en un análisis de niños? Por otro lado,
¿De qué corte hablamos cuando de clínica con niños, se trata?
Muchas
veces, nos encontramos diciendo que el análisis con niños es en varios aspectos
un enigma, si el trabajo del analista requiere de cierto arte, el trabajo en la
clínica con niños en particular será la invención en su máxima expresión.
Aquellos que atienden niños y adolescentes, saben que si el análisis es una
apuesta, en el trabajo con niños la apuesta se redobla.
Los
niños llegan a un análisis sin saber, las más de las veces, porque van, otras
veces saben pero no tienen formulada una pregunta al respecto y es por eso que
la función de un analista es en primer lugar, habilitar o alojar la
pregunta de quien consulta respecto de qué hace allí, por qué o para qué va, se
tratará as adelante de ubicar su posición frente a ello. Ese primer momento
implica un viraje. No es lo mismo ser traído a que quiera venir, no es lo mismo
hablar de un motivo de consulta que de una demanda de análisis. Sancionar como
necesaria la decisión del niño de venir es condición de un inicio de
análisis.
Ahora
bien, si el análisis no se dirige al adulto ni tampoco al niño,
sino que va dirigido al sujeto, podríamos apresurarnos a afirmar entonces
que la clínica con niños no porta especificidad ninguna. Entonces:¿Qué
diferencia habría entre el trabajo con uno u otro y qué matices ubicaríamos en
la posición del analista en un caso y en el otro?
Para
Eric Laurent la “grande personne” no es lo que habiltualmente se denomina adulto sino
aquel que atravesó un análisis habiendo arribado a su fin, es aquella persona
que se hace responsable de su goce. Por tanto, lo que marcaría una diferencia
entre el niño y el adulto sería, más que su edad cronológica, su pasaje por o mejor
dicho, su recorrido en un análisis.
Erik
Porge da cuenta del discurso del niño como un” hablar a la cantonade”, un hablar
a nadie en particular. ¿Corresponde efectuar una distinción en relación a
lo que Jean Piaget nombra como discurso
egocéntrico? Sin dudas que sí. Pues sabemos que el niño siempre le habla al
Otro, alguien que puede estar o no físicamente, pero de todas formas, configura
la escena fantasmática del niño.
Sigmund
Freud en "Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis" señala que en el psicoanálisis con niños “la
transferencia desempeña otro papel puesto que los progenitores reales aún
siguen presentes” esto quiere decir que siguen teniendo efectos estructurantes
en el niño. Y agrega luego “suele ser necesario aunar al análisis del niño
algún influjo analítico sobre los progenitores”.
De este
modo, la clínica con niños demuestra entre otras cosas, la necesariedad y
no la contingencia del trabajo con los Otros aún presentes, pero además
verifica la existencia del Otro y pone en evidencia los dos momentos lógicos de
constitución del sujeto: alienación y separación.
El
analista de niños trabaja con el niño pero también con sus Otros (padres,
escuela, instancias judiciales) y esto difícilmente podamos elegirlo. No hay
modo de pensar un análisis de niños sin la inclusión de al menos, algunos de
estos otros. De hecho, serán los padres, quienes nos orienten respecto de cuál
es la posición que ese niño ocupa en la pareja parental y es Jacques
Lacan, en “Dos notas sobre el niño” , quien afirma que “el síntoma del
niño está en lugar de responder a lo que hay de sintomático en la estructura
familiar”. También agrega que el síntoma en el niño o bien puede contener la
verdad de la pareja parental o bien realiza la presencia del objeto en el fantasma materno. Habiendo
un mejor pronóstico en el primer caso que en el segundo.
Será la función del significante del Nombre del Padre producir a través de
su intervención un desplazamiento respecto de ese lugar y será tarea del analista producir una
operación que equivoque los dichos parentales habilitando a que el niño pueda devenir un
sujeto en la enunciación.
Si se
logra en el transcurso de un análisis un movimiento que le permita comenzar a
portar un decir propio, algo del acto analítico habrá operado.
Pues el
síntoma al decir de Lacan, muestra lo que no anda, en el caso de los niños, lo
que no anda entre sus padres o quienes estén cumpliendo dicha función.
El
síntoma, en particular el síntoma infantil, tantas veces devaluado, atacado y sofocado, tiene como condición su extimidad, pues resulta tan íntimo
como ajeno y tan cercano como extraño pero está allí cumpliendo una
función que no es cualquiera.
Un
síntoma es esencialmente subjetivante por tanto, no se tratará de conducirnos raudamente a su
disolución sino de que aquel que se autorice como analista pueda leer a la
letra este mensaje en transferencia.
Florencia Leila Fernández
Bibliografía:
Freud,
S. “Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis”, Conferencia 34. Tomo
XXII, Amorrortu, Buenos Aires.
Lacan,
J. “Dos notas sobre el niño” en Intervenciones y textos, Manantial,
Buenos Aires.
Lacan,
J. “Problemas cruciales para el psicoanálisis”. Seminario XII, Paidós,
Buenos Aires.
Laurent,
E: “Hay un fin de análisis para los niños.” Diva, Buenos Aires.
Porge,
E. “Transferencia a la cantonade”, Revista Litoral 10
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