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“…Por
empeñarse en ser el destinatario de los signos ínfimos de lo real de lalengua,
sin ocuparse del sentido, el analista puede tener una oportunidad de
convertirse en el partenaire del psicótico en lalengua de la transferencia, y
permitir así inscribir al sujeto psicótico en un lazo social hacia una
elaboración de saber”[1].
Teniendo en cuenta la tesis que Lacan expone en el
Seminario XX “Aún”, a saber; “El lenguaje es una elucubración del saber sobre lalengua”, tomaré un fragmento clínico
para dar cuenta de un modo singular de hacer uso de lalengua para establecer un lazo al otro en vías de una
construcción singular que oficie de anudamiento. En la clínica con niños que
cursan Autismo se trata de hacerle lugar a un sujeto a advenir.
En “La Psicosis Ordinaria”, Fabienne
Henry plantea que “…La lengua de la
transferencia en las Psicosis, aparece como nuevo telar para tejer el lazo
social”[2].
Las Psicosis muestran, a cielo abierto, lo que subyace
a la estructura del lenguaje, lo que no se deja atrapar, ni cernir, el goce
desencadenado, sin ley. Lalengua, testimonia de un “más acá” de la estructura del lenguaje.
Por Lacan sabemos que el sujeto autista está en el
lenguaje pero queda por fuera del discurso, si bien dice de ellos que son
sujetos más bien “verbosos”, según lo enuncia en la Conferencia sobre el
Síntoma. En el Seminario V Lacan enuncia; “De entre las palabras ha de haber una que
funde la palabra como acto en el sujeto”[3].
En
“La Conversación de Arcachon”, Eric Laurent enuncia que hay que entrar en la
matriz del discurso por el signo, y no por el sentido. En la Sección Clínica de
Angers, se postula que lalengua de la
transferencia en las Psicosis da lugar a una Neotransferencia. “Por el significante - en tanto puede hacer
señas - y no por el sentido, se juega la partida de la Neotransferencia como
vector de la cura…”[4].
Haré pequeñas puntuaciones sobre un caso clínico
para dar cuenta de cómo el sujeto ha sabido servirse del otro para hacer un
pequeño recorrido del “más acá” del lenguaje, al Otro… de lalengua al lazo social.
Sofía
tiene 3 años. No habla, al menos no con la intención de dirigirse a otro. Emite
algunos sonidos guturales con diferente entonación. No hay
palabra articulada a un discurso. No
controla esfínteres. Camina con algunas dificultades, no mira… no hay encuentro
con su mirada. Su modo de tratar el goce del Otro es la sustracción de todos
los signos de su presencia.
Sofía
se sienta “pegada” a su mamá, como recostada, en continuidad con el cuerpo de
su madre. No intenta pararse sola. La mamá la levanta, de un modo similar a
quien recoge un objeto del piso. Sofía no se anticipa a dicho movimiento. Dos cuerpos en continuidad que hacen Uno, sin
límite alguno.
Será
el trabajo en espejo, la posibilidad de montar juegos de presencia ausencia que
permitan instaurar un primer esbozo de lo Simbólico, y las intervenciones sobre
lo Real del goce del Otro y la alienación, las vías que permitirán ensayar
modos de tratamiento del goce, en la medida en que permitan brindar elementos
para construir un cuerpo del que el sujeto pueda apropiarse.
En el trabajo clínico, la verbalización sin-sentido,
el uso de homofonías a través de canciones infantiles, el ser nombrada por
otros, sancionando algunas de sus acciones, sin el recurso al sentido - que es equivalente
al Goce en la Psicosis - posibilitó la operación de nominación[5].
Descubrimos
su placer por la música y tomamos esa punta del ovillo para empezar a hilvanar
una pequeña trama que permita sostener el trabajo clínico.
Repetimos los sonidos que enuncia y los
integramos en canciones que inventamos o partes de canciones, palabras que
riman sin sentido entre sí. Una suerte de trabajo con lalengua que comienza a tener incidencias en el lazo social. Lacan distingue en “Aún” un saber
sobre lalengua, que vuelve al
lenguaje, y un saber hacer con lalengua,
del que da testimonio el inconciente. Jacques-Alain Miller lo traduce en 1974
como: “…El lenguaje no es lalengua […] está segundo en relación
con lalengua […] es el resultado de un trabajo sobre lalengua…”
[6].
El
sujeto autista responde al Otro con su Ser, quedándose como consecuencia, más
acá del sentido, en el borde de la alienación. Hay un franco rechazo de todo
signo de la presencia del Otro, y por tanto de la afectación misma del lenguaje
en el cuerpo, como operación de extracción de goce. Rechaza el traumatismo de lalengua sobre el cuerpo.
Para
ilustrar este punto, retomo algunos dichos de la mamá de Sofía, quien se
presenta como un Otro completo/completado por su objeto.
Relata
que el embarazo de Sofía se presentó con ciertas dificultades. Tuvo un “desprendimiento” de placenta, que la
llevó a hacer un reposo prolongado durante el último tiempo. Dice; “Mi vida se detuvo”.
Este
significante - Desprendimiento -
cobrará diferentes estatutos. Entrará en una sustitución significante que
tendrá incidencias en la posición de la niña en tanto objeto condensador de goce.
Ubico este “Desprendimiento” como operando un “Desenganche” del deseo materno.
Si la
placenta es el primer objeto perdido, parte del cuerpo propio, envoltura Real
del ser, antes de su parición, este desprendimiento opera, contrariamente, una
ligadura al goce materno y un detenimiento en el orden del deseo.
En el Seminario X, “La Angustia”,
Lacan atribuye a la placenta, (tanto como al pecho materno), la cualidad de
objeto “amboceptor”, en tanto no puede endilgarse a ninguno de los dos actores
en juego. Su caducidad, en tanto envoltura que recubre el cuerpo del bebé, es
el paradigma del objeto a, en su dimensión de corte. Es el primer objeto
que cae como resto de esa imposibilidad de fusión entre la madre y el hijo.
Lacan señala que la placenta
es el primer objeto perdido tras el nacimiento. Vale como símbolo de una falta,
en la medida en que su propia caducidad inaugura una primera falta en el
viviente, tras cuya pérdida, caerán luego otros objetos, subrogados de aquella.
El “Desprendimiento”, momento mítico que marca la impronta de un deseo
detenido, opera una “no cesión del objeto”… la “prende” al goce.
Al
decir de la mamá, “No pedía nada,
permanecía en su cochecito, inmóvil, en pijama a cualquier hora”. Hay
eternidad sin tiempo, sin alternancia, sin bordes.
A partir de la sanción del discurso médico, siente culpa por no
haberse dado cuenta “desde el principio” que “algo no andaba bien”. Collete
Soler dirá; “…La
culpabilidad se sitúa en la articulación del sujeto y el goce…”[7].
Esta
niña quedará como objeto ligada a la pura Necesidad, arrojando a ese cuerpo a
un puro goce orgánico, (comer, dormir, estar limpia). Puras necesidades vitales
sin Resto, sin “llamado” al que le sea atribuido un sentido por el Otro
primordial. No hay preguntas que permitan delinear un cuerpo. De entrada aparece
cristalizada en el lugar de objeto en el fantasma materno. No hay quien lea en
la necesidad, una demanda, de cuya imposibilidad de congruencia pueda emerger
el deseo. Se deduce de esa lógica que no hay un Otro que suponga un sujeto
allí.
La
apuesta será introducir una alternancia en ese Otro, inquietarlo, conmover el
goce fantasmático, que pueda empezar a suponer un sujeto en esta niña. En suma,
inventar un Otro a su medida, barrado, para que algo de lo propio y singular
pueda advenir.
Mis
intervenciones van en la vía de responsabilizarla, intentando interrogar la
culpa. Hacer surgir un sujeto que pueda interrogarse por su hija, “que pueda
empezar a faltarle”, agujerear esta presencia absoluta, presentarse como un
Otro barrado, atravesado por la castración, destituida del lugar de Otro
Todo-saber[8].
En
los primeros encuentros Sofía permanece ausente. Se tapa los oídos fuertemente
con sus manos y con la boca hace un movimiento de succión. Su mirada perdida. Mira
sin mirar nada, absorta ante la presencia de lo Real, del goce alucinatorio. Succiona
Nada. No hay recorte del cuerpo, no se chupa el pulgar, parte del cuerpo
propio, ni un objeto externo. No hay circuito pulsional, que en el recorrido
recorte un cuerpo. No hay sujeto del deseo, antes bien objetos que no han caído
del Otro, atrapados “en su bolsillo”, sin poder perderlos, confrontándola a un
goce autoerótico pleno, sin escansión, sin articulación al Otro.
Junta objetos del mismo tipo,
apilándolos. Si de algún modo se interrumpe ese trabajo detallado, entra en crisis,
y resulta difícil volver de ahí. Grita, patalea, llora, de desparrama en el
piso, tira todo lo que encuentra, es imposible querer calmarla, decirle algo
empeora las cosas. La palabra lejos de apaciguar, atormenta más. “Según
Antonio Di Ciaccia, dado que para el autista la palabra no está vestida de
semblante, aparece en toda su crudeza, como un real mortificante y por ese
motivo despierta una defensa extrema” [9].
Esta escena, o más bien “fuera de
escena” que agita al sujeto, muestra lo más propio de su Ser. Ella Es estos objetos que desparrama por el
piso, que cobran existencia cuando los arroja, cuando hacen ruido contra algo. Es esos objetos desparramados, a los que
luego intentará incansablemente volver a juntar, haciéndolos aparecer una y
otra vez, en un esfuerzo de que un simbólico incipiente pueda ser instaurado.
La alternancia entre los otros y los
objetos, funcionará como un intento de pluralizar la transferencia y repartir
los saberes, eludiendo el goce que cada uno conllevaría, de encarnar esa
posición.
El trabajo en espejo, de mímesis,
permitirá que “lo semejante” se instaure y el cuerpo tome consistencia imaginaria.
Se prueba distintos vestidos, se mira al espejo, se saca y se pone varias veces
distinta ropa - ropajes del objeto que puede ahora comenzar a ser velado. El espejo - espejismo de una mirada otra - le devuelve su
imagen unificada.
En posteriores
encuentros, recortamos figuras por sus bordes, delineamos cuerpos, nombramos
los objetos. Mientras un integrante del equipo canta la “canción de las estrellas”,
toma un juego de encastre y contornea, una y otra vez, el agujero al que
corresponde la estrella. Intento de construir un borde en distintas
superficies, que a su vez, oficie de borde al propio cuerpo. Colocará su mano
sobre una hoja y recorrerá su contorno con lápices y crayones. Hará lo mismo
con otros. Se dejará pintar las uñas, las colocará pegadas al espejo para
“hacerlas ver”. Pequeños recursos que hacen borde, marca, límite al propio
cuerpo, haciendo suplencia a lo Imaginario.
El
inventar canciones (con partes de letras infantiles, a veces una suerte de
relato de las acciones que algunos de los integrantes del equipo realiza),
constituyó un recurso - por fuera del sentido - que logró una pacificación. La
melodía morigera lo intrusivo del lenguaje. Las canciones darán lugar a
movimientos al compás. Copia los movimientos que hacen otros. Se deja tomar de
las manos para hacer una ronda y bailar.
Del
Goce de lalengua a lo que establece
cierto lazo al otro. Esfuerzo por articular el lenguaje, por elucubrar algo de
él. Del enjambre de S1 a un S2 que habilita el campo del sentido, o más bien
que constituye la “vía regia” para una elaboración de saber a los fines de que
el sujeto pueda estar inmerso en un discurso y construir un lazo social.
A
los sonidos que invisten su lengua privada, en una repetición infinita, marcas
de S1 que fijan goce - fuera de la cadena significante - le ofrecemos un
“cifrado”. Oponemos onomatopeyas de distintos animales, a los que luego dibujamos
y nombramos. Las canciones de los dibujos animados permiten incorporar nuevos
personajes. Comenzará a nombrar a uno de estos personajes, “Tweety” - pajarito
que se las ingenia una y otra vez para escapar de un malvado gato que pretende
“devorarlo”. Este personaje aparecerá de distintas maneras a partir de allí.
Será un muñeco que trae, un dibujo hecho por ella, otro hecho por mí, otro por
la fonoaudióloga, o recortado de una revista. Cada uno, hecho según el rasgo
propio, representa a otro que no está. Un juego de sustituciones y
desplazamientos que va teniendo lugar, cada vez, con distintos personajes.
Este
trabajo, “atisbo de un pasaje de saber hacer con lalengua a un saber sobre
lalengua”, comienza a tener efectos en el lazo social.
En
el jardín ha abandonado el solitario rincón de la salita, y ha comenzado a
hacer lo que hacen los otros. Mira atentamente a sus compañeros, saca su mantel
de la merienda, pone la mesa, guarda, a medida que el otro lo hace. Reconoce su
mochila entre otras, por su nombre grabado en ella. Una función de duplicidad
que produce un ordenamiento de su mundo a través de tomarse de otros (a’), en una
relación de especularidad que reordena lo imaginario[10]. A
partir de allí pondrá en juego su cuerpo de otra manera y en distintos
escenarios de su vida.
La
paridad modera el goce intrusivo y pone límite al Otro.
Se
establecen referencias espaciales y temporales que ordenan su mundo.
La
acción de nominación y enumeración es un modo de hacer entrar al sujeto en la
lógica del significante, que hace cadena en una alternancia binaria.
Esto
a su vez, tiene consecuencias en lo Simbólico, en el discurso común que hace
lazo social. Los demás niños han comenzado a hablar de ella, lo cual sorprende
mucho a la mamá. Relata que otras mamás del jardín le preguntan por Sofía. La culpa
cede paso a las preguntas. “Qué hará Sofía
en el jardín? Estará empezando a hablar?”. La sorpresa conmueve la posición
de goce en el Otro.
La pregunta
del Otro anticipa un sujeto.
Del
anonimato de lalengua, donde era esa
bebé tranquilita, cuyo cuerpo no se sostenía, comienza a ser nombrada, entra en
un relato, se entrama en una historia compartida, pero a la vez singular.
El
trabajo clínico ha horadado el goce, produciendo nuevos significantes que
nombran de otra manera a Sofía.
Ha comenzado a llamar al padre. La mamá
ha contado que cuando ella la reta o le dice que No a determinada cosa, sale
corriendo en busca del papá. Algo dice No al capricho materno, No-toda de mamá[11].
Observamos
que maneja de otro modo su cuerpo, su andar es menos endeble, más firme. Nos
mira y nos saluda con un beso, se deja abrazar y baila. Ha establecido nuevas coordenadas en su mundo que le permiten
moverse en él, una construcción singular con los elementos con los que cuenta,
de una manera inédita, cuya lógica hay que aprehender al detalle.
Desde la perspectiva psicoanalítica,
lejos de retroceder frente al Autismo o las Psicosis infantiles - tratando de
“entrenar” a niños y a padres en rutinas agotadoras que no hacen más que
provocar angustia - intentamos darle una chance a ese sujeto, a cada uno, en la
medida en que haya un consentimiento.
En este caso, tomamos las puntas de
diferentes hilos que mostraban lo más singular del sujeto, y los seguimos hasta
ver a dónde nos llevaba. Hilos que permitieron comenzar un entretejido que
sostenga su producción.
Sofía ha sabido servirse del otro para
hacer un pequeño recorrido del “más acá” del lenguaje, al otro, de lalengua al lazo social.
Se trata de una clínica del detalle
minucioso, intentamos pesquisar qué hace y por qué lo hace, qué dice con esto,
cómo acompañarlo… Nos hacemos partenaires del niño y de la lógica que ha
marcado su vida.
Hacemos una apuesta renovada, cada vez.
Creemos en el niño y en sus posibilidades, lo escuchamos aunque no hable, nos
dejamos moldear por él.
Así, contra aquellas Psicoterapias que
lo alinean a un discurso que elude su singularidad, el Psicoanálisis respeta el
modo en que cada niño ha logrado “estar” en el mundo, descubriendo sus
avatares, acompañándolo a inventar nuevos modos de hacer con sus dificultades,
enlazándolo a una cadena y a una historia de la que el sujeto comienza a hacer
escritura.
Sabemos que el encuentro de Lacan con las
Psicosis se produce desde el inicio. Desde un principio, nos advierte que no se
trata de "comprender". No es por la vía ingenua de la comprensión,
pues ella es "inasible". Comprender evita confrontarse con lo que no
se entiende, con la relación del sujeto con lo Real. La propuesta de Lacan es,
por el contrario, la de una "sumisión
completa" y un profundo respeto por la ética del psicótico.
El analista debe ceder el lugar de sujeto y dejarse tomar como objeto... El analista
es el síntoma, como partenaire del
sujeto, es el aprendíz de lalengua propia
del psicótico, es quien tiene que hacer un esfuerzo de aprendizaje de esa lengua.
El trabajo de la Psicosis es un trabajo
solitario, en el que el sujeto intenta acoger, de algún modo, esos retornos que
le vienen desde lo Real, a través de sus síntomas.
El analista interviene allí, acompañando al
sujeto, pero sólo cuando éste se lo permite. Acompañar que implica no avanzar más allá de donde el sujeto está
dispuesto. Acompañarlo, quizás desde un lugar de "semejante", de
"testigo", desprovisto de saber y de goce.
Se tratará de construir un otro
"a la medida de la
Psicosis ", que alcance a ese sujeto, en su singularidad,
es decir, alojando ni más ni menos que su propia invención.
Judith Miller enuncia; “En ningún caso se trata de dejar al niño ser el juguete, por ejemplo,
de sus estereotipias, repeticiones, ecolalias, considerándolas como un primer tratamiento
elaborado por el niño para defenderse. Se trata de introducir allí, en una
presencia discreta, nuevos elementos que van a complejizar el mundo del
autismo”[12].
María Paula Giordanengo
Octubre de 2019
[1] Geneviève Morel, en “La Psicosis
Ordinaria” La convención de Antibes. “Del psicótico al analista”. Apartado 17;
“La lengua y el lazo social” (Pag. 283)
[2]
Fabienne Henry “Las
Psicosis Ordinarias”. Sección clínica de Angers. “Hipótesis de la lengua de la
transferencia”. (Pag. 132)
[3] En
el Seminario “Las Formaciones del Inconciente”, Lacan hace referencia a dos
autores, Gregory
Bateson y Gisela Pankow. Esta última hace una afirmación que él retoma en relación a las
Psicosis, en referencia a lo que viene explicitando, a saber; “Falta la palabra que
fundaría la palabra en cuanto acto”. (Pag. 148)
[5] "La palabra es la muerte de la
cosa",
el goce está prohibido al Ser hablante, en tanto la entrada al lenguaje
inaugura una Falta en Ser en el
viviente.
[7] Collete
Soler, “Inocencia paranoica e
indignidad melancólica”, extraído de “Estudios
sobre la Psicosis”, Ed. Manatial. Bs. As., 1989
[8] “…La idea de Antonio
Di Ciaccia, fue que los padres, hicieran un desplazamiento de una posición en
donde estaban tomados por un real, hacia otra cargada de un sentido, del cual
ellos tienen la clave. Es decir son invitados a ofrecer su saber. Al diluir ese
saber en la palabra, ellos pueden tomar el puesto de sujetos y darle un puesto
de sujeto a su propio hijo… Es necesario que haya un tiempo en donde hagan caer
ese saber, para lo cual ese saber tiene que haber pasado de real a semblante.
Si esto se logra, se produce un velo para los padres… y entonces ese saber se
transforma en una pregunta personal y privada.
Lo que tenemos que decir es que los padres ocupan un puesto que es decisivo cuando se toma a los chicos para trabajar con ellos. Tener esto en consideración nos permitirá poder armar una estrategia de trabajo…”. Marcela Errecondo; “Algunos fundamentos de la práctica entre varios”. EOL (Sección Rosario), (Inédito)
Lo que tenemos que decir es que los padres ocupan un puesto que es decisivo cuando se toma a los chicos para trabajar con ellos. Tener esto en consideración nos permitirá poder armar una estrategia de trabajo…”. Marcela Errecondo; “Algunos fundamentos de la práctica entre varios”. EOL (Sección Rosario), (Inédito)
[9] Coccoz, Vilma;
“El psicoanálisis
de orientación lacaniana es una anti-Psicología que orienta el posible el
diálogo con los autistas” (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis)
[10] “La relación de
especularidad barra el goce y le coloca un límite a éste, que apacigua el padecimiento
en juego…”.
Collazo, Cecilia;
“Curso; Niños: Psicosis y Autismo desde el Psicoanálisis lacaniano” – Comunidad
Virtual Russel, (Año 2012)
[11] ”…La
metáfora paterna, con la que Lacan transcribió el Edipo freudiano, no significa
sólo que el Nombre del Padre deba poner bridas al deseo de la Madre a través del yugo de la Ley. La metáfora paterna
remite, en mi opinión, a una división del deseo que impone que, en este orden
del deseo, el objeto niño no lo sea todo para el sujeto materno. Hay una
condición de no-todo: que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un
hombre. Y esto exige que el padre sea también un hombre…”. Miller
Jacques-Alain: “El niño, entre la mujer y la madre”, en Virtualia (revista Digital de la
Escuela de la Orientación Lacaniana, Año IV, N°13, Junio/Julio 2005)
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