lunes, 29 de julio de 2019

Yorgos Lanthimos: El equilibrista del cine.






Yorgos Lanthimos, de origen griego, es uno de los directores, a mi gusto, más interesantes y peculiares del cine contemporáneo. Lo que vemos en la superficie de sus películas, lo que nos impone su estética y sus guiones, es crudeza y violencia. Miseria y corrupción humana. Pero con una salvedad: hay una suerte de optimismo que emerge de sus films. No estamos frente a una violencia gratuita y desorganizada, como sucede, por ejemplo, en el universo del cineasta Gaspar Noé - basta con recordar su film "Irreversible", donde expresa el triunfo de la tragedia- por citar a alguno de sus colegas.

¿A qué denomino optimismo? A cierto equilibrio que conduce, o permite, una resolución; es un resultado, nos dice él. No importa cuán compleja sea la ecuación.
Y este optimismo no sólo se expresa en la trama y la psicología de sus personajes. Se ve, es por esto que cuanto más avanzamos en su filmografía tanto más podemos observar cómo se van desaturando los colores. El equilibrio, de alguna manera, se va desarrollando en sus films para llegar a su momento más cúlmine en "The killing of a sacred deer" (2017).




                                                     






The lobster (2015) es esencialmente una película de reflexión social. Que trabaja en los límites, y en las profundidades, de lo que en una primera ojeada se nos puede presentar como una sociedad que se divide entre lo utópico y lo distópico. Obligación y prohibición son las premisas que reinan ambos lados. De uno, la instauración de un régimen que se sostiene a partir de la consumación de la pareja y su posterior reproducción (régimen cruel, coactivo y represor). Y luego, los rebeldes, que lejos de propiciar la libertad, eligen como bandera de choque la prohibición del amor o cualquiera de sus manifestaciones. Lo cual es sumamente llamativo, y tal vez el punto más interesante de la película: ¿Por qué prohibir la libre comunión de las personas? ¿No es acaso eso mismo lo que sucede del otro lado? Yo creo que no. Dentro de la sociedad formal, las personas que no cumplan con el objetivo estipulado de encontrar pareja, son castigadas siendo reducidas a animales. Es decir, que el sujeto, a la inversa de cómo ha sido construida la civilización, sufre un pasaje: de lo cultural a lo natural. Y es precisamente contra este punto que se sublevan los extraviados. No quieren dejar de ser humanos. No es que no crean en el amor o nieguen su existencia, todo lo contrario. Si el amor no existiera, si fuera contra natura, no sería necesario prohibirlo. Necesitan una regla que les garantice su estado -que hace las veces de regla de prohibición del incesto-. Porque así, y sólo así, podrán constituirse como cultura.

Es la cultura, entonces, en este film, la que hace las veces de factor regulador. No hay extravío de la condición humana, no hay triunfo de la tragedia. Hay intentos -falibles- de garantizar la continuidad cultural. Las expresiones de violencia, el autoritarismo, incluso el miedo, no logran persuadir a los personajes de que el amor es el lazo social por excelencia.


En "The killing of a sacred deer" la ecuación es bastante más simple. Un médico es chantajeado, de una forma muy particular y siniestra, por el hijo de un ex paciente suyo, quien fallece por una mala praxis. Allí se presenta con mucha claridad, con minimalismo, cuál es el precio a pagar por el equilibrio. Esto quiere decir que hay una elección, opera una responsabilidad subjetiva en los personajes. Hay forma de subsanar eso que en - volviendo al ejemplo que di antes- Irreversible es imposible y que, justamente, nombra a dicho film.







No hay comentarios:

Publicar un comentario