Mi nombre es
Claudio Spivak. Soy practicante del psicoanálisis. También miembro de la
Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis. Además ejerzo la docencia en la Facultad de Psicología de la
Universidad de Buenos Aires. También en otros lados.
Me he encomendado
(o se me ha impuesto), hace más de una quincena de años, un programa de trabajo
relativo a las concepciones del cuerpo en psicoanálisis. Esto es una derivación
de un problema con el que me he hallado en la práctica clínica.
En mis inicios como
practicante del psicoanálisis comenzaron a llegarme demandas, o aparentes
demandas de tratamiento, realizada por gente que consumía compulsivamente
alcohol y drogas en diversas formas. Esto decidió mi tránsito por casi una
década en un servicio hospitalario, donde se daba atención a quienes
consultaban por su alcoholismo. Mientras tanto abundaban las consultas de individuos
que consumían otros tóxicos, cuestión que me ha
llevado a interesarme en el psicoanálisis aplicado a las toxicomanías y el
alcoholismo, y por supuesto me condujo al Departamento de Toxicomanía y
Alcoholismo de la Red TyA. Paralelamente, también por demandas de tratamiento,
me he interesado en otras formas de compulsión, tales como el tabaquismo o el
uso de la pornografía o las redes sociales, en los cuales aparecen intentos de
sostener una imagen corporal o atemperar al goce fálico. Más recientemente,
junto a un grupo de colegas, nos encontramos investigando lo relativo a la
manía por el juego o el juego compulsivo. Los resultados de nuestra
investigación son vertidos en el ateneo de Ludopatía y Psicoanálisis. También
en un libro. Aquí mi interés está puesto en que se evidencia que la repetición
o lo compulsivo se independiza de la sustancia. También en que hay una afinidad
con una indicación, relativa al éxito de la droga, que puede leerse en Jacques
Lacan. Encuentro, en los dichos de algunos que se han inclinado por el juego
compulsivo, que el cuerpo es afectado por una economía de goce muchas veces
desregulada. Son llamativas, en estos testimonios, las menciones a los afectos
corporales obtenidos. Muchas veces hay referencia a vivificación. En ocasiones,
a un exceso algo narcotizante o alterador del estado de conciencia. Algo que se
vive en el cuerpo.
¿Qué importancia crees que
tienen las imágenes en la cultura contemporánea?
Nuestra
época ha sido tematizada como de caída del padre, o caída del nombre-del-padre,
o de ascenso al cenit social o socielo del objeto a, en su variante plus de
gozar. Con esta orientación han surgido distintas investigaciones relacionadas
con las imágenes, algunas de las que he participado activamente. También ha
sido ocasión de mis lecturas e investigaciones.
Una
primera cuestión es definir qué es una imagen. Esto tiene su importancia,
porque junto a imagen puede estar adherida la idea de mirada, de mirada como
variante del objeto a. Por ejemplo, cuando Lacan trabaja la noción de
fascinación, puede leerse que es el cuadro de “Los embajadores” el que ejerce
ese poder anonadante sobre el sujeto.
Sin embargo, en el mismo seminario también puede leerse que la
fascinación pertenece al campo de la mirada. Otro tanto está trabajado en el
seminario anterior.
He
trabajado acerca de la captura gozosa a la que sucumbe Dante, ante un espectáculo
en el infierno. La referencia está en el Seminario 13. Nuevamente ahí hay que
discriminar si la captura del sujeto deriva del espectáculo en sí o del goce
desconocido que habita en Dante, el espectador. Esto nos indica dos
orientaciones distintas. La exposición de Lacan es relativa al goce de Dante.
Allí es la palabra de un Otro la que saca a Dante de la fascinación y esto con
un saldo. Imaginario, simbólico y real quedan anudados en la exposición.
Por
otra parte, hay una juntura entre imagen y palabra, lo que es más que evidente.
Un ejemplo posible es freudiano: la amenaza de castración sobre el varoncito.
Para que sea eficaz ha de haber una asociación entre la amenaza escuchada, esto
es palabra oída, y el haber visto los genitales de una niña. La eficacia es
resultado de una combinación, un compuesto entre visto y oído. Y, por otra
parte, la amenaza vendría a limitar un goce masturbatorio o incestuoso y si hay
renuncia es para mantener un goce narcisista. Nuevamente tres elementos heterogéneos
se anudan.
Luego
tenemos la imagen que convoca a la interpretación. En esta línea, por ejemplo, a
nivel del arte primitivo, el hallazgo de pinturas rupestres ha convocado la
interpretación de las obras. Allí la imagen llama a la palabra interpretante o
a la ficción histórica. Desde esta perspectiva la imagen no se presenta alejada
de la palabra. Otro tanto sucede con el sueño llevado a análisis. Si bien puede
haber presencia de frases en los sueños, usualmente son producidos en imágenes.
Luego el analizante traduce su recuerdo del sueño, de las imágenes, a palabras.
El sueño, en transferencia, implica también que la imagen convoque a la
interpretación. Tampoco es ajena al sueño la presencia de lo real.
Quizá
la importancia de la imagen pueda pensarse en su uso político o de dominación.
Históricamente es un lugar común. Basta recordar el revuelo causado en el
pueblo hebreo cuando el emperador Caligula quiso que una estatua suya sea
expuesta en el templo de Jerusalén. La tradición de dominación por la imagen ya
estaba presente en el emperador Augusto, quien envió a adornar los sitios
conquistados con su estatua, donde se lo mostraba eternamente joven.
Jacques-Alain
Miller, comentando una intervención de Agamben, unía imagen, dominación y
escritura. Indicaba que sin duda en nuestra época la producción de imágenes
prevalece y se multiplica. En la imagen hay un poder de seducción y es lo usado
en política o en los entretenimientos como cine o series. Alertaba que si bien
hay una promoción de la imagen de cuerpos estetizados o estilizados, lo que se
busca en esos cuerpos es aquello que hace escritura, que permite hacerlos contables.
Decía: “el depósito electrónico del uno por uno contable”. Ese es el nuevo
método de control o dominación. También Miller indica ahí el poder del Uno.
Por
último es pensable que la supuesta importancia actual de la imagen, desde una
perspectiva, es respuesta a lo que se ha denominado el desorden simbólico del
siglo XXI. Acaso la consideración de la imagen sea el intento de ubicar un
nuevo orden, allí donde lo simbólico no lo proveería.
En nuestra época: ¿El cuerpo
adquiere valor de imagen?
Una
idea afín a la pregunta se la encuentra en la intervención conocida como
“Psicoanálisis y medicina”. Lacan, luego de haber planteado la afectación que
ha tenido el ascenso de la ciencia en la vida de todos y, en especial, en la
figura del médico, indicaba cómo era abordado el cuerpo y esto sugería a la
imagen, pero también a algo de otro orden. Ubicaba un origen en la división
cartesiana entre res extensa y res cogitans, donde el cuerpo, como aquello
hecho para gozar y para gozar de sí mismo, era enviado al exilio. Lacan indicaba
un tiempo previo en el que el cuerpo permanecía velado, confuso para el médico.
Con la llegada de la ciencia ese cuerpo se presenta con brillo, un cuerpo que
es desvelado y tiene la posibilidad de ser fotografiado y radiografiado
completamente. Hoy podríamos hablar de nuevas y multiplicadas técnicas para la
obtención de imágenes del cuerpo. Pero también sugiere algo alejado de la
imagen, que es objeto de la ciencia: un cuerpo que puede ser calibrado y
condicionado. Lacan denomina a esto como cuerpo en su registro purificado.
Lo
oscuro a la imagen queda del lado del goce, lo exiliado por la ciencia.
El
ascenso de la ciencia, retomando la pregunta, tiene relación con la importancia
o promoción actual de la imagen del cuerpo. Los dispositivos que se han
promovido desde la técnica han permitido la proliferación de la imagen. No
lejos está el fenómeno de la espectacularización de la vida cotidiana o la
incidencia de los medios de comunicación, que toman el relevo a formas previas
de hacer vínculo, tanto con los otros como con sí mismo. También tenemos la
mención a la calibración y a los condicionamientos del cuerpo. Luego la
interrogación acerca de la afectación, por la ciencia, del goce del cuerpo y en
el cuerpo.
Miquel Bassols sostiene que
"cualquier imagen toma su fuerza y su valor siempre en un contexto de
discurso, no por si misma sino por aquello que evoca" ¿Cuáles imágenes
identificas como predominantes del discurso amo de la actualidad?
Una tentativa de respuesta puede orientarnos
a la conferencia de Miller llamada “La imagen reina”. Allí él indicaba tres: la
imagen del propio cuerpo, la del cuerpo del Otro y la del falo o imágenes que
lo aludan. En la frase de Bassols se hace referencia al contexto y a la
evocación del contexto. Si el discurso de la Ciencia ha promovido el uso del
Uno y su dictadura, y ese sería un indicio de nuestro contexto, acaso esto nos
sirva para explicar algo a nivel clínico.
Ha convocado mi atención que distintos
analizantes suspendan o pidan cambio de su horario pautado siendo que tienen
que visitar al ortodoncista. También sorprende que anuncien el motivo. Esto es
algo repetido en algunos. Una joven, en particular, que suele publicar
fotografías de su rostro acompañado de frases, me decía que su sonrisa la
beneficiaba en la obtención de likes, o gusteos o comentarios. No se encuentra
en su dicho que su intención sea otra que la obtención de este beneficio, lo
cual tiene un tinte de condicionamiento pavloviano. Por otra parte esta joven
denuncia que estas publicaciones son su lazo social privilegiado, así como
motivo de planificación y preparación. No muy alejadas quedan las dietas que
realiza así como la asistencia al gimnasio, en donde podemos entender una
calibración del cuerpo.
Indicaba Miller en un reportaje el ascenso
de la cifra y en especial del Uno contable. Recordaba, en esa ocasión, una
indicación de Lacan: el pasaje del Uno de fusión, que tendía al Dos, hacia el
Uno solo. Esto afectaría las prácticas sexuales o la sexualidad. Si en un
tiempo anterior distintas construcciones o discursos sociales y políticos
orientaban, bajo el modelo platónico o religioso, hacia la complementariedad
entre los sexos, eso en la actualidad ha caído. Lo que se pone en evidencia es
la relación del Uno consigo mismo, que es una ilustración de la no relación
sexual.
Con lo dicho hasta acá quizá podamos
arriesgar que hay otra imagen que prospera, la cual es además solidaria de la
frase que señala el ascenso al cenit social del objeto plus de gozar o falta en
gozar. Esa imagen sería la del goce solitario con un objeto, a veces bajo la
forma de la gozosa felicidad. Unas variaciones pueden ser la imagen del objeto
o la multiplicada imagen pornográfica, síntoma que muestra, por proliferación,
la relación que no hay.
En este sentido, siguiendo la indicación de Televisión, la imagen que prospera es bajo
el modelo del capitalista, que ocupa un
lugar con un cuerpo para gozar de un Plus o con un plus-de-gozar para hacer
cuerpo. Esta imagen es una convocante. En más de un sentido.
En relación a lo anterior.
¿Existe alguna vinculación entre las imágenes y el consumo?
Bueno,
justamente la frase de Lacan en “Televisión” refiere al lazo en el discurso
capitalista y a la producción capitalista. Tenemos lo mencionado antes. Por una
parte, al capitalista que ocupa un lugar y dos indicaciones: con un cuerpo para
gozar de un Plus o con un plus-de-gozar para hacer cuerpo. Esto se completa,
dice Lacan, con la lucha de clases,
pero que “solo induce a los explotados a rivalizar en la explotación de
principio, para resguardar su patente participación en la sed de la
falta-en-gozar”.
Una
aproximación a lo anterior determinaría que el capitalismo, para asegurar su
sistema de producción, no promueve lazos sociales de cooperación o de
asistencia o sentimientos de clase sino de rivalidad, y de una rivalidad en la
explotación. Todos explotados, rivalizando en y por la sed… y esto bajo el
modelo de un cuerpo que goza de un más o de un plus-de-gozar para hacer cuerpo.
A esa
altura de la enseñanza de Lacan puede pensarse el consumo bajo el modo del
mencionado sistema de producción y bajo las especies del objeto a plus-de-gozar,
con un cuerpo gozando o con el intento de hacer cuerpo. Unos años más adelante
volverá a hablar de los objetos del mercado, retomando algo de lo que llamó
gadgets, pero bajo un matiz diferente. También hablará de un síntoma social, de
individuos que son proletarios y que carecen de discurso con el cual hacer lazo
social.
¿Nuestra época se caracteriza
por una adicción generalizada?
En
un curso llamado “El Otro que no existe y sus comité de ética” Eric Laurent
rescataba la frase de “Radiofonía” de Lacan, la que anuncia el ascenso al cenit
social del objeto a plus-de-gozar. Esta frase, en mi lectura, implica que en el
curso se haga un recorrido en torno a la toxicomanía y la politoxicomanía. Casi
finalizando ese curso Miller explica el interés por la toxicomanía durante la
investigación de aquel año. Ese interés fue porque ella, la toxicomanía, traduce
la soledad de cada uno con un partenaire plus de gozar. Agrega
luego que la toxicomanía es de la época del liberalismo, donde han caído
los ideales y poco importan. Es la época donde el partenaire, la pareja, es el
objeto mencionado y donde erige un goce solitario.
Lo
que tenemos aquí es que se establece una conexión entre el objeto a y el
sujeto. Esto mismo es lo que trabaja y había anunciado Lacan en 1972, bajo el
modo de discurso o pseudo discurso capitalista: la conexión objeto a y sujeto. Y
esa conexión la volvemos a encontrar en la intervención llamada “Una Fantasía”
de Miller, al proponer ese discurso desorganizado que es el hipermoderno.
Un
siguiente paso es que bajo el modelo de la toxicomanía, se localizan
variaciones para pensar la soledad del sujeto con ese objeto bastante peculiar que
es el plus de gozar.
Además
tenemos al capitalismo como perversión del discurso del amo o variantes del
discurso predecesor. En torno a la “perversión del discurso amo” hay que
recordar que la conexión entre objeto a y sujeto había ya sido trabajada por
Lacan justamente para pensar la perversión. Miller hablará de empuje a gozar.
Luego,
más cerca en el tiempo Miller comenzó a trabajar el término adicción. En el
2011 lo hace por lo menos en dos niveles. Por un lado a nivel de lo encontrado
en lo social y por otro a nivel del sinthome o como raíz del síntoma o
repetición del Uno del goce.
En
la línea más relativa al ordenamiento social, Miller también trabajó el ascenso
del Uno de la ciencia, del Uno contable y el Uno solo, vinculándolo a la
adicción. En ese orden o desorden de cosas indicaba que el modelo general para
la vida en el siglo XXI es la adicción. Se trata de un goce solitario. Miller
ejemplifica diciendo que cada uno goza solo con su droga. También que toda
actividad puede devenir droga. Nuevamente el modelo es relativo a la toxicomanía
y a la soledad. Luego Miller agrega más ejemplos de lo que puede devenir droga.
Menciona el deporte, las redes sociales, el trabajo, y demás.
Lo
que podemos entender también es que a nivel social, actualmente, se propone
algo diferente de los discursos tradicionales. Una característica es que no son
discursos que propongan lazos con otros. Tampoco arman parejas ordenadas ni
tipificadas, parejas como pueden ser amo y esclavo, analista y analizante,
histérica y amo o profesor y alumno. Por el contrario lo propuesto es la
soledad con el cuerpo y con objetos o actividades que trabajan de modo diverso
al goce. En esto podría hablarse de una promoción de adicción desde lo social.
Y también del nuevo lugar que ocupa el cuerpo y sus afectos en el Malvivir de
la Civilización actual. Civilización que también hay que definir ya sea griega-judeo-cristiana
pero también científica, hipermoderna, tecnológica, capitalista, liberal y etc…
que se expande como el moho, pero no abarca al todo y no logra armar ni armarse
como un todo.
Entiendo
que son líneas de trabajo a seguir desarrollando y verificando su validez e
incidencia o desvío del trabajo clínico.
Entrevista realizada por Gabriel Artaza Saade/Julio 2019
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