miércoles, 12 de agosto de 2020

Otra historia de amor



 “Otra historia de amor” es el título de la recién editada novela, por Azul Francia, de Juan Terranova. Tal vez, una novela que no podría haberse llamado de otra forma: Es una historia de amor, una que no necesita el artificio del obstáculo externo, ni la grandilocuencia de la tragedia. 

La historia nos ubica en una Buenos Aires alternativa, en una sociedad compuesta por humanos y robots, con una convivencia medianamente integrada. Se trata de un hombre, Terra, que conoce a una androide, María, con la que comienza una relación.

Que el personaje femenino no sea una mujer humana ameniza la lectura y permite que podamos acompañar las fantasías de Terra sin tanta defensa. O, para decirlo de otro modo, se nos abre paso a los aspectos más horribles del amor: las fantasías de posesión y aniquilación. 

El conflicto de esta novela no es más (ni menos) que la angustia propia de un determinado modo de amar. Uno que obliga al personaje masculino a enfrentarse con una nada, con un vacío, con lo inasible del otro. “Pero en esa siesta también sentí que ella se me escapaba. Nunca iba a poder tomarla y retenerla. Qué cursi, pensé. La idea era estúpida. Pero ahí estaba. La idea estaba en esa cama, entre ella y yo, como una piedra”.

Que ella no sepa amar, o que no ame como aman los humanos, no es el problema. ¿Acaso no nos sucede siempre que el amor del otro es incógnita? El conflicto de él es él mismo. Los celos, la insatisfacción, y una voz que le anticipa siempre un final que no llega: “Empecé a notar que nos quedábamos mucho adentro. Era el gesto de las parejas que se van consolidando. Y de las que se aburren, pensé”. Pero él no está aburrido, ella tampoco, y, sin embargo, esa idea del aburrimiento le viene como un presagio, como signo de finitud. 

No vamos a encontrar aquí una idea optimista, y mucho menos saludable, del amor. Es un amor condenatorio, insoportable, que humilla a quien lo experimenta. “Otra historia de amor” es una novela que nos invita a dejar de lado ciertas censuras y la, tan vigente, moral de los vínculos desinfectados. Y, en ese sentido, funciona como válvula de escape, nos abre un espacio ficticio que nos permite encontrarnos, sin tapujos, con los propios modos de amar y desear. 

Por Maite Pil

 


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